El 29 de junio de 1993, Héctor Juan Pérez Martínez, o conocido en el Callao y en el mundo entero como Héctor Lavoe, apagó su voz por última vez producto de un cáncer de pulmón que se le complicó debido a la enfermedad del sida, que había contraído a mediados de los 80 al ser pinchado con una aguja que se encontraba infectada.
En aquella oportunidad, en la plaza El Obelisco, decenas de chalacos se reunieron con acetatos y botellas de cerveza para, a su manera, darle el último adiós al “cantante de los cantantes”, que pisó nuestro país por primera vez en 1986 para la extinta, pero recordada Feria del Hogar.
Su influencia ha sido tan grande en el primer puerto que su rostro quedó inmortalizado en la tradicional mural de las caras de Atahualpa, en la que su imagen reposa junto a otros grandes cantantes influyentes y que actualmente ocupan un importante atractivo hasta turístico.
No obstante, el último mencionado no es el único homenaje que tiene, sino que cuenta con una estatua ubicada en la plaza frente a la iglesia Matriz, en el barrio de Castillo. De igual manera, cuenta con un busto en la zona de Santa Marina Norte.