Dormir profundamente podría ser clave para cuidar la salud cerebral y prevenir enfermedades como el Alzheimer. Según un estudio reciente publicado en Alzheimer’s and Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association, el sueño profundo actúa como una «balsa salvavidas» para la memoria, ayudando a mitigar el deterioro cognitivo en las etapas tempranas de la demencia. Esto refuerza lo que ya señalaban investigaciones previas: descansar bien no solo mejora el estado de ánimo y la energía, sino que también protege el cerebro a largo plazo.
La Organización Mundial de la Salud advierte que el Alzheimer es una de las principales causas de discapacidad y dependencia en adultos mayores. En 2021, más de 57 millones de personas vivían con algún tipo de demencia, y se estima que la cifra podría aumentar a 139 millones para 2050. Aunque no hay una cura definitiva, mantener buenos hábitos de sueño se perfila como una estrategia efectiva para reducir el riesgo de deterioro cognitivo.
Los expertos destacan que el sueño profundo (fase N3 del sueño no REM) y la fase REM son fundamentales para consolidar recuerdos y proteger la función cerebral. Con la edad, estas fases se ven reducidas, afectando la capacidad del cerebro para aprender y almacenar información. Según el neurólogo Matthew Walker, de la Universidad de California, alcanzar una buena calidad de sueño profundo puede marcar la diferencia en la progresión del Alzheimer.
Para lograr un sueño reparador, se recomienda dormir entre 7 y 9 horas cada noche, mantener horarios regulares, evitar pantallas antes de dormir, reducir cafeína y alcohol, y acondicionar el dormitorio con luz tenue y temperatura adecuada. Además, es clave consultar a un médico si se presentan dificultades persistentes para dormir. Cuidar el descanso no solo mejora el bienestar diario: también puede ser una poderosa herramienta para preservar la memoria y la salud cerebral.