Los robots humanoides ya no son solo parte de las películas: han llegado para quedarse, y no solo corren maratones o juegan bádminton, también limpian habitaciones de hotel con sorprendente eficiencia. Zerith H1, desarrollado por la empresa china Zerith Robotics, es uno de los ejemplos más recientes de cómo la inteligencia artificial aplicada a robots humanoides está revolucionando las tareas más tediosas del día a día. Equipado con un sistema de mapeo inteligente, ruedas universales y un cuerpo flexible, el androide puede moverse con autonomía por los pasillos, adaptarse a diferentes espacios y evitar obstáculos, todo mientras aspira, repone artículos y deja impecables baños y habitaciones sin ayuda humana.
Este curioso dispositivo no solo puede desplazarse con fluidez por ambientes estrechos, sino que también es capaz de trabajar en múltiples planos verticales. Puede agacharse para recoger objetos del suelo, organizar el calzado en un zapatero o colocar artículos de tocador con una destreza que recuerda a un asistente humano. Zerith H1 no solo aspira el suelo: también deposita los residuos en un contenedor por su cuenta, sin requerir ninguna intervención externa, lo que ha despertado el asombro en redes sociales.
Aunque el robot fue diseñado para el sector hotelero, sus capacidades abren la puerta a una expansión más amplia en tareas domésticas y asistenciales. Modelos anteriores como Neo Gamma, Neo Beta y Optimus ya han demostrado que es posible que estos androides colaboren activamente en el hogar: cocinando, barriendo, recogiendo objetos o interactuando con personas. Y si bien Zerith H1 actualmente está orientado a labores de limpieza, sus futuras versiones podrían ser asistentes multifuncionales.
Eso sí, Zerith Robotics ha aclarado que su objetivo no es reemplazar al personal de limpieza, sino complementarlo. La visión es que estos robots puedan encargarse de las tareas más rutinarias o pesadas, permitiendo que el personal humano se enfoque en funciones más especializadas o de atención directa al huésped. Así, el futuro ya no se escribe en clave de ciencia ficción: se desliza, friega y organiza de forma autónoma, habitación por habitación.