El Callao volvió a mirarse en sus aguas. Este 29 de junio, con el cielo cargado de historia y esperanza, el primer puerto del Perú celebró el Día de San Pedro y San Pablo con una jornada donde la fe, la identidad y el sabor se abrazaron en cada rincón.
Todo empezó temprano, con una misa solemne en la Iglesia Matriz, donde pescadores, vecinos, gremios y autoridades se unieron en oración. Frente al altar, el mensaje fue claro: agradecer al patrón de los pescadores por seguir protegiendo a quienes se enfrentan al mar a diario.
Luego vino el momento más esperado: la procesión marítima. La imagen de San Pedro, embarcada con respeto y adornos marineros, surcó el mar chalaco escoltada por botes artesanales. Las sirenas sonaron, las flores flotaron, y las voces cantaron con el viento. Fue un acto que recordó que el Callao no olvida de dónde viene.
El alcalde Pedro Spadaro, acompañado por el teniente alcalde y su equipo, reafirmó el compromiso municipal con las raíces del puerto: “Esta festividad es símbolo de fe, unión e identidad. San Pedro cuida a nuestras familias del mar”.
En paralelo, la Plaza Grau ardía en sabor con la final del concurso “El Mejor Ceviche Chalaco”. Entre cuchillos, limón y ají, brillaron Milagro Gamarra (categoría amateur) y Jerson Lulo (profesional/emprendedor), en una competencia que no solo celebró el plato bandera, sino la creatividad y talento local.

Así, entre fe, sabor y orgullo, el Callao honró a su santo y a su gente. Porque aquí, la tradición no se pinta… se vive.